Aún que haya podido revivir algunos aspectos he ganado perspectiva. Ayer escuché una canción:
Es sorprendente lo que se puede aguantar al lado de una persona que no tiene valor de conocer a su pareja, de no escuchar lo que más cerca que tiene y yendo en sentido del ruido que hay fuera, desapareciendo del lado de la persona cada vez que aparece una nueva externalidad, llamemosle Luzésa, o fiestas, o alcohol... convirtiendote en un segundo plato en su vida.
Tal y como dice Julieta igual lo merecía, pero eso no significa que lo quiera. Lo más sensato es la fuga, pero no es fácil. Me tuve que ir, me echaron más bien de esa esfera, y fui la ranita que saltó de la olla para caer en las brasas. Evidentemente me quemé, creí por un momento que las brasas eran el sol, pero tan sólo era fuego.
Cuando conseguí salir de las brasas descubrí que había algo mejor para amí, aquéllo llamado amor, de ese que endulza el camino de la vida.
Ahora el pasado es un capítulo de mi vida, un capítulo algo esquizofrénico, pero he conseguido superarlo, y eso es lo que me importa, que después del laberinto la meta fue y sigue siendo gloriosa. Forma parte de mí, desgraciadamente esa persona con la que estuve casi 8 años de mi vida, y me alegro de que ya no esté en mi presente. Una vez despierta de la pesadilla me toca vivir mi sueño.
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